Espero poder compartir contigo nuestras experiencias y ayudarnos a seguir adelante de la mejor manera posible.
Conversemos
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Espero poder compartir contigo nuestras experiencias y ayudarnos a seguir adelante de la mejor manera posible.
Comencé a publicar unas historias en mi cuenta de Instagram donde desafio los “mitos” que giran alrededor de la pérdida.
El primero, habla del llanto y de este consejo que yo escuché tantas veces: “no llores…” la razón que me daban podía variar pero siempre venía a desestimar al llanto. En realidad, la verdadera razón es “no llores, que me incomoda tu llanto” nadie lo dice pero estoy convencida de que es la más honesta de las razones.
No mucha gente sabe lidiar con el dolor ajeno, apenas y pueden con el suyo. No es falta de amor ni empatía, a veces puede haber exceso de ambos.
Mi mamá solía pedirme que no llorara, nunca me lo dijo, pero estoy segura de que no sabía qué hacer con mi dolor. Aprendimos juntas a ceder y encontramos un punto medio, yo lloraba pero sin desespero y así ella no se angustiaba. Eso sí, nunca me dejó llorar sola.
Yo los invito a llorar cada vez que lo sientan necesario, a llorar con gritos, con desespero, sin miedo al ruido ni a los mocos. Llorar libera y sana.
Hace unos días le envié un mail a una de mis participantes de terapia y le escribí “nada de lo que hagamos va a ser una curas express”, me referia especificamente a los ejercicios o actividades que le sugiero hacer. Es cierto que alivian, ayudan y mejoran diferentes aspectos en nuestro duelo, pero nada es una cura inmediata.
En el duelo hay que tener paciencia, eso sí, paciencia activa. Nada de sentarse a vegetar esperando que el tiempo lo cure todo, el tiempo no cura nada. Lo que cura es desafiar al dolor, ponerle la cara y verlo a los ojos.
Conviene volvernos unos retadores del dolor, porque temerle y escondernos de él solo le da fuerza, se agiganta, se crece, se valentona y nos acorrala. Al dolor, como a los enemigos, hay que tenerlo cerca, para darle forma y límites, para permitirle el acceso a nuestra vida pero no en exceso.
Seamos valientes y tengamos miedo, seamos fuertes y sintámonos débiles. No podemos llegar a uno sin el otro.